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Foto del escritorMaday C. Doria

Nadie debería ser tocado sin consentimiento.

Le vi a lo lejos y salí a su encuentro,

cargué sus maletas, abrí la puerta y le dejé entrar.


Le di las llaves para que pudiera entrar y salir cuando quisiera, que se sintiera en casa.

Paseaba por los jardines, veía los atardeceres; yo la observaba y me sentía en casa.


El universo se expandió, la herida no sangró, aún no duele.

Nos desafinamos, vibramos distinto como si de frecuencias de tratara,

cambio de estación.


Ya no quiso usar mis llaves, se derrumbó el hogar,

no había más jardines, se terminaron las puestas de sol.


Dejé de verla, tomé las llaves y me marché de casa.

El universo se expandió, ahora estamos en frecuencias diferentes,

Siendo completas desconocidas.

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